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Primer cruce invernal longitudinal Campo de Hielo Norte (2006)
Varios ascensos invernales Campo de Hielo Sur (2007)
Cruce Longitudinal Invernal Campo de Hielo Norte
Campo de Hielo NortePor más de 7 años, se postergo esta expedición, pues o no había tiempo suficiente o los compañeros no podían o simplemente otra montaña se entrometía, en los proyectos patagónicos.
Por fin este invierno, se alinearon los astros y los oráculos eran propicios para ir nuevamente al “Hielo. De los dos hielos patagónicos, seria esta vez, el turno del Hielo Norte. Solo su nombre me evocaba la imagen del San Valentín o del glaciar San Rafael y todo su comercio turístico, pero de su interior, poco podía imaginar.
Para completar este largo anhelo, que nació poco tiempo después de haber completado la primera travesía integral del Hielo Patagónico Sur, obviamente era adjuntar a ese logro, el cruce Norte- Sur del Hielo Patagónico Norte. El Grand Slam de los Hielos Patagónico!
Los Tres.
Varias llamadas, mails, conversaciones varias, me llevaron poco a poco a formar nuevamente un Equipo Patagónico; los viejos veteranos del Hielo Sur 98´estaban en otra, cosa que a casi todos nos pasa, excepto Fica. Más tarde otros ya “Patagónicos” se interesaron, pero al final deserciones más deserciones menos, seriamos solo tres. Nicolás Von Graevenitz y Francisco Urzua, ambos veteranos ya de la expedición invernal al Balmaceda, otras al Hielo Sur en invierno y una este verano pasado a la Meseta de los Franceses (HPS), fueron muy buenos elementos, activos, relajados y enviciados lo suficiente con la patagonia. Diez años de diferencia tengo con ellos, así que era el “Tata”.
La Travesía Norte a Sur.
El Hielo Norte, de unos 130 Km. de largo en su sentido longitudinal, corre principalmente de Norte a Sur, su entrada mas al norte es por el glaciar San Rafael. Ciertamente se podría entrar mas al norte, por el valle Exploradores, pero implicaría subir el San Valentín y sus 3500 metros de pared Norte, para recién ahí seguir al sur. Claramente no es mucha distancia si lo comparamos a otros grandes recorridos glaciares, pero posee dos grandes obstáculos, la entrada por un glaciar horriblemente agrietado y la salida por otro tanto o más, y más desconocido por cierto.
La primera travesía formal, liderada, por Eric Shipton, quien junto al español Miguel Gómez y dos chilenos, Eduardo García y Cedomir Marangunic, en el verano del 63-64 entraron por San Rafael, para salir por un portezuelo a un costado del Cerro Arenales en 37 días de travesía. Se trató de la primera travesía, pero fue parcial.
La verdadera primera San Rafael-Steffen o Norte / Sur, es del equipo francés de Ilario Previtali, estos 4 expedicionarios no solo fueron los primeros, además ascendieron el San Valentín y todo en unos notables 26 días! (Marzo 1993).
Los segundos fueron Romolo Nottaris, Franco Dellatorre y Arturo Giovanoli, que en 14 días completan el viaje, con el ascenso al San Valentín además. (Octubre 1993)
En Diciembre 1998, se realiza la tercera travesía N-S en 32 días, por los ingleses Alan Hubbard, Nigel Topping y los Italianos Paolo Cavagnetto y Lorenzo Neptuno.
La cuarta, sería nuevamente hecha por un veterano de la Patagonia, el suizo Franco Dellatorre, en el verano del 2003, y es la primera en solitario.
Sería el invierno de 2006, desde el 3 de Julio al 2 de Agosto, en que efectuaríamos la 5° travesía Norte a Sur del Hielo Norte, pero la primera invernal, en 31 días.
El invierno Patagónico.
Ya con 3 expediciones invernales en Patagonia, tengo cierto punto de comparación con el verano. Claramente es un periodo más helado, siendo no raros los -25° llagando a extremos de -30°, pero diría que la media es unos -5° a -10° siempre. El frío no es un gran enemigo, mas se le teme al viento como diría Nansen, sin embargo en invierno casi no hay. Llama la atención el intenso silencio y tranquilidad de los días y noches invernales. Aun llueve a baja altura y la humedad esta presente, mojando y enfriando todo tal como en verano. Una vez dentro del Hielo, solo el frío reina y la lluvia desaparece, gozando un medio seco, pero frío. El viento en general es de dirección similar al verano, desde el pacifico.
Los bancos de niebla, son comunes, pero en ocasiones uno logra ver el cielo azul evidenciando que las nubes son una delgada capa que solo una pequeña brisa movería con facilidad. El hielo y la nieve son de naturaleza diferente, muy poco sólida, debido a la ausencia del sol intenso o el viento. La roca esta tan cubierta de nieve como puede ser en verano, pero no de hielo de fusión, por lo tanto es posible que la escalada sea más difícil, al no poder progresar por hielo firme y la temperatura, aun con sol, no es del todo grata para la escalada en roca tradicional. Mejor buscar cerros de nieve y hielo en invierno.
El Viaje
Partimos directo a Balmaceda, y de ahí llegaríamos a Coyhaique, a casa dos “Patagónicos” de los venidos y quedados, como se dice, Milenka y Corey, para ellos sería su primer invierno austral. Curiosamente los 5 estábamos ansiosos de saber come sería este nuevo invierno y así lo comentamos durante una opípara cena en el clásico local de los Bomberos en Coyhaique. Hasta ahora el invierno no había sido un real invierno, casi no había nevado y solo llovía con tímidas temperatura. El termómetro marca -15° a -25° en Balmaceda en un invierno duro, que hasta el momento no lo era. Lo malo es que sin esos fríos, tampoco existe abundante nieve, ni clásicos cielos despejados de esos días gélidos, y predomina la lluvia y las nubes.
Al día siguiente, 3 de julio, salimos rumbo a Aisen, con toda la carga, skies y comida. Llevábamos cada uno un trineo hecho por nosotros especialmente para el hielo Norte de 1.40 mts de largo. Comida básica para 35 días aprox., una carpa para 3, equipos varios y un teléfono satelital Globalstar.
En Aisen fuimos muy bien recibidos en la dirección regional de CONAF. Ellos deben cambiar el personal del parque de la Laguna San Rafael cada 20 días aprox. ocasión en que el barco de CONAF, la Petrel, nos llevaría como pasajeros. Partimos contentos, pero el viaje no duro mucho pues una falla en el motor nos obligo a regresar a Puerto Aisen. Muy complicados, en las oficinas de CONAF arreglamos un transporte Aéreo en una avioneta. No sin dudas, por su notoria antigüedad, salimos los tres en el segundo vuelo, el primero se llevo toda nuestra carga y los dos amigos de CONAF. Ya en nuestro vuelo, muy movido por estar con un frente de mal tiempo, que dejo nuestros nervios bastante sacudidos. Al menos logramos tener vistas espectaculares del fiordo Elefante y la famosa laguna San Rafael
Ya en laguna, durante tres días nos dedicamos a subir equipo y comida rumbo al glaciar, en un par de horas el sendero nos llevaba a un mirador, desde donde se puede contemplar todo el frente del glaciar, de unos 2 a 3 Km. de ancho por unos 30 mts. de alto, que cae y se destroza en forma permanente. No me queda duda que poca vida le queda a este glaciar, de hecho ya ha retrocedido unos 100 mts o más desde el año 2000. Desde el mirador se pasa por unos sectores de rocas y acarreos desagradables, luego un rapel muy cortó que nos deja en el hielo mismo. El glaciar es facil de transitar por su costado en tramos, en otros sectores se quiebra, en especial en las zonas donde choca con puntas de roca. Es esos casos hay que ascender por la ladera en largos desvíos.
A la tercera subida al mirador, dejamos atrás finalmente la Laguna San Rafael y las cómodas cabañas de CONAF. Dormimos al lado del frente de hielo, pasando una noche pésima ya que los bombazos y caídas de hielo eran muy fuertes.
Continuamos ascendiendo por el costado del glaciar, pasando la primera y segunda punta de roca alcanzamos un sector algo más plano, y al fondo de este sector escalamos un canalón de roca que nos llevaría a nuestro campamento 2 junto a un riachuelo. Todos estos días fueron de lluvias de diferente intensidad, pero sin viento. El sol casi no lo vimos.
Los siguientes 3 días los utilizamos en traer a nuestro campamento todo lo dejado atrás y subir esta carga por un nuevo paso de roca, que nos obligó a ascender más de dos horas para pasar al otro lado y llegar al hielo nuevamente. La nieve cayó intensamente durante estos días, había llegado el deseado invierno.
Dejamos el campamento 2 pero al menos pudimos usar los trineos. Los porteos aun nos acosaban. Esa tarde llegamos con mejor clima al campo 3, un amplio anfiteatro a la altura del Cerro Pico Norte y al fondo se apreciaba el conocido Nunatak. El frío, ya se sentía con características secas, no llovía, pero nuestros sacos de dormir, de pluma, estaban bastante más húmedos y aplastada la pluma, no aislando lo suficiente como para pasar una noche grata.
El día siguiente partimos a buscar las cosas dejadas atrás y en un solo porteo trajimos todo utilizando los trineos. Antes requeríamos de tres viajes por persona, 65 a 70 kilos entre comida y equipos, ahora con solo dos lográbamos trasladar todo gracias al trineo.
El resto de la tarde la usamos en explorar la pasada al Nunatak, que no era nada de fácil, otros habían pasado por aquí en mejores condiciones, pero nosotros debimos sufrir y buscar cada grieta y cada pasada, siempre encordados y lentos.
El día siguiente, fue precioso, con una vista notable de todo el San Valentín, la Torre Tobler y picachos del sector Leones. El glaciar san Rafa, muy agrietado y ancho en esta zona, no se entregaba tan fácil, pero al final del día logramos llegar a los pies del nunatak. Había muy buen ánimo, pues por fin avanzábamos algo más.
Dejamos nuestro campamento 4, subiendo a otro plano. Al pasar por el costado del Nunatak nos vimos obligados a usar mochila nuevamente, pues todo dependía del terreno o bien skis y trineo; cada uno de estos cambios así como cuando pasas de la roca la hielo o del artificial a el libre, te quita tiempo y ritmo. Solo logramos avanzar un kilómetro.
El campamento 5 estaba situado en un plano, rodeado por un lado por el nunatak y por otro, por una pequeña cascada de grietas que llevaba por fin al plano superior. Este nos llevaría fácilmente hacia el sur, pero aun estaba muy lejos y todo surcado de grietas. Todo ese día avanzamos con trineo y mochilas pasando grietas, algunas muy grandes, pero la nieve recién caída algo ayudaba, si el año hubiese sido aun mas nevado, a estas altura deberíamos pasar por acá si dificultad.
Estos últimos 2 días ha seguido nevando durante el día, deteniéndose siempre de noche. Dejamos por la tarde el sector de grietas y tomamos una rampa que parecía llevar directo a nuestro destino, sin embargo al poco andar unas enormes grietas transversales no nos dejaron pasar, armamos nuestro campamento 6. Durante la noche llovió mucho.
Seguimos al otro día pasando algunas pocas grietas, pero no logramos mucho avance ese día, solo 300 mts y estas parecían continuar. Tuvimos que hacer varias tirolesas y escaladas o desescaladas para pasar de grieta en grieta, se veía todo interminable. Para peor esos días llovió bastante y al salir de la carpa pasábamos a condición “acuaman”, mojados totalmente y con mucho frío. La hipotermia y su letargo nos tomaban sin darnos cuenta, siendo esta una condición muy peligrosa pues te afecta lentamente y no te das cuenta hasta que ocurre algún accidente.
Por la tarde armamos la carpa muy avanzada la tarde ya, casi de noche. Tratábamos de entrar a la carpa tipo 17.00, ya a las 18.00 hrs. estaba oscuro y muy frío. Ese campamento, el 7, fue en un filo de una grieta, donde instalamos una tirolesa enorme. Durante la tarde discutimos sobre cuanto faltaba, cuanta comida teníamos aun, si podríamos o no hacer la travesía; llevábamos casi 15 días en solo entrar y aun faltaba, duplicando el tiempo estimado para esta parte de la travesía, este fue lejos el momento mas complejo, si no lográbamos entrar, debíamos salir por San Rafael nuevamente, lo que era muy decepcionante. El San Valentín no era suficiente para satisfacernos aunque lo subiéramos, era la travesía o nada! Decisiones, esa es la clave de toda expedición.
Salimos al día siguiente, sin carga, con la sola idea de llegar lo mas al interior que se pudiera y ver si se podía o no. Si no encontrábamos una pasada y las grietas más arriba continuaban al infinito, perdíamos la expedición. Pero a una hora de andar, las grietas se fueron redondeando, suavizando, por fin estábamos en el plano y a la distancia se veía solo nieve, cerros y horizonte. Un camino abierto al buscador paciente. Regresamos y en unas horas estábamos avanzando, con trineos y skis al interior de la meseta patagónica, que placer!
Al final del día, logramos avanzar unos 8 kilómetros y montamos el campamento 8, muy felices y echando la talla a cada rato, las canciones tipo radio Nina eran a la orden del día. Teníamos comida, bencina y energía para lo que viniera!
White-out
Los siguientes 3 días, fueron jornadas duras, no solo por el mal tiempo, sino por el conocido white-out (por la falta de sol, el reflejo de la luz en las nubes y la nieve hace perder la visibilidad y la profundidad de campo). No tuvimos sombra por varios días. Al salir de nuestro campamento 8, comenzamos a avanzar directo al sur. En eso estábamos cuando nos encontramos en medio de un enorme campo de grietas, pero grietas maléficas, pues solo se veían sus bocas negras en medio de una planicie totalmente blanca y libre de obstáculos, era muy fácil caer a una de esas bocas siniestras. Me llamo mucho la atención que en la misma meseta existieran estas grietas, propias solo de zonas a menor altitud.
Salíamos de la carpa como rutina a las 9.30 de la mañana, mas temprano es casi imposible pues todo esta congelado. Durante el día, hacíamos 6 track aproximadamente, es decir periodos de 50 minutos de marcha en que uno abría la huella y el resto lo seguíamos, como andábamos siempre encordados era seguir al de adelante y entrar en el ritmo. Por la tarde al armar el campamento, usualmente lo protegíamos con un muro de nieve ya que usualmente venteaba al atardecer. Las noches fueron siempre muy tranquilas y silenciosa, pero frías.
La luz
En un track se vio el sol de pronto, dándole realidad al mundo virtual de nubes en que ya estábamos casi acostumbrados a vivir; rápidamente aparecieron cerros y planicies, hacia el Este de pronto apareció todo el macizo del Cerro Hyades y el Cerro Largo, enormes moles de granito rojizo que entre nubes se veían aun más impresionantes, por primera vez teníamos la sensación de amplitud que posee la meseta.
El glaciar San Quintín, posee una cuenca enorme, que nos amenazo con varias grietas debiendo modificar un poco nuestra ruta, al dejarlo atrás entramos por fin a la zona del Cordón Aisen. Este cordón, de unos 20 kilómetros, posee una gran cantidad de cerros, muy alpinos y difíciles, todos sin nombre o ascenso, por cerca de tres días lo fuimos bordeando, pero se nos mostró muy poco, nunca en forma completa.
El portezuelo Colonia
El campamento 14, a los pies del Cordón Aisen, estaba a un paso del. Este portezuelo, es una angosta pasada entre dos cerros bien notorios y en medio de estos hay un gran picacho de roca. Fue usado por primera vez por el grupo de Shipton en su travesía. Esta justo en el nacimiento del glaciar de la Colonia.
Llegamos a la entrada del portezuelo un día que nos regalo varios momentos de buena visibilidad del Cordón Aisen, pero nunca del portezuelo mismo. Como seria el terreno al otro lado no me preocupaba mucho, pues por las fotos aéreas se estimaba fácil, aunque nunca hay que dar eso como un hecho.
Al día siguiente salimos con mala visibilidad pero la tormenta estaba muy fuerte, los guantes se congelaban como una piedra, los bastones forrados en hielo, el mango de goma era una masa de hielo que pese a haber caminado con ellos todo el día, no se salía. De pronto llegamos a una zona de pendiente, se vieron entre las nubes y la ventisca algunas rocas, cerros y seracs, mas adelante nos topamos con pedazos de hielo caídos sobre la nieve y se escuchaban avalanchas menores. Cada vez en peor situación, con mucho frío por el lento avance, nos obligo a tocar retirada, era imposible pasar el portezuelo sin visibilidad. Regresamos un poco hacia el norte y armamos nuestro campamento 15, en una tarde tempestuosa que a medida que el muro se iba armando el viento iba menguando (como suele suceder). Disfrutamos el resto de la tarde, aprovechando la luz, para leer o reparar algo, siempre hay algo por reparar, en esta ocasión eran mis pantalones, que con los crampones estaban bien rotos.
Algo que solo pasa en invierno, es que se nota la falta de luz, incluso los lentes de sol no siempre eran necesarios, pero igual los tratábamos de usar. La vida en la carpa es el momento de relajo, lectura, conversación y comida, pero que lográbamos disfrutar muy poco de la luz, debiendo usar linterna todo el resto de la tarde, siendo ese aspecto de la vida diaria un tanto deprimente.
Un Gran Día.
Por la tarde se abrió algo, y pudimos ver el portezuelo, así que para el siguiente día estábamos ansiosos por subir. Salimos mas temprano que de costumbre, con un frío brutal, fueron largos ratos de lucha para desarmar el campamento. Aprovechamos también de tomar fotos, pues era el día para ello, con un bello amanecer, pocas nubes y los bellos Cerros Nora, Cachet y tantos otros.
El portezuelo se veía, mas angosto de lo pensado y bien inclinado, seria un duro día. Entramos por un costado, justo bajo varios seracs, ascendiendo con skis siempre en zig-zag. Así fuimos ganando altura, dejando los seracs atrás pero en un sector volvimos a caminar con mochila en un tramo de mayor pendiente y luego seguimos con skis, casi al límite de lo posible de ascender con ski.
El picacho de roca, que en las fotos era un pequeño detallito, en realidad era una enorme mole de granito. A los costados sendos cerros con seracs amenazadores, de hecho con el sol del día empezaron a caer seracs que llegaban al valle. Nico abrió la ruta en un duro esfuerzo, todos siguiéndolo como poseídos, solo pensando en subir, en llegar al portezuelo, este era la cima mas preciada de la expedición, que poco a poco se fue entregando. Tras 5 horas aprox. nos encontramos en un gran plano, a un costado el picacho de roca, a nuestras espaldas la meseta del hielo patagónico norte y lo nuevo por hacer al frente. Un momento duro, emotivo, intenso.
La planicie al norte, totalmente despejada, se marcaba por el gran macizo del San Valentín y todo el cordón de cerros al Este, el cerro Largo, Cachet, Nora etc. y el Cordón Aisen al Oeste. Hacia el sur, solo se veían varias planicies, todas bien conectadas, pocas grietas y el imponente cerros Arenales a un costado.
Luego de los abrazos de rigor y fotos seguimos, esta vez con Pancho a la cabeza, bajando rápidamente. La superficie del hielo estaba absolutamente venteada y endurecida, completamente cubierta de sastrugis o formaciones hechas por el viento. En algunos puntos, por la mayor pendiente, les colocamos un cordón amarrado que pasaba por abajo del mismo trineo, como un freno y así se podía avanzar directo cuesta abajo, sin dificultad. Era bastante tarde cuando paramos, muy cansados pero felices, armamos campamento muy relajado en unos gratos -20° por lo menos, mientras el sol, ya en el ocaso, lanzaba sus mejores colores al cerro Arenales. Que gran día!.
Salimos de nuestro campamento 16 algo mas tarde, y continuamos rumbo al Steffen. Habíamos decidido no intentar cerros en esta ocasión pues nos quedaba comida y bencina solo para 6 días y no sabíamos como sería la salida, la demora en la entrada nos cobro su precio en esta etapa, pero así es la Patagonia. El día fue solo bajar de diferentes plateaus, hasta que entramos al nivel inferior del Steffen, plagado de grietas, muy tapadas por nieve, las grandes nevadas del invierno de alguna forma habían tapado todo, ayudándonos por alguna vez al menos en nuestro avance. Llegamos justo al atardecer a un plano, frente a las moles de los cerros Pared Norte y Pared Sur, donde armamos nuestro campamento 17 con una puesta de sol preciosa, sin viento y nuevamente sin hacer muro, habíamos hecho más de 15 kilómetros.
Las grietas
El glaciar Steffen, no podía ser tan fácil, pues al poco salir del campamento, todavía con cielos absolutamente despejados y frío intenso, comenzaron las grietas, sendos surcos que requerían cada vez mas rodeos para pasar, hasta que ya no se puedo mas y empezamos nuevamente con crampones a tirar del trineo, hacer tirolesas y pasar sustos. Algunas grietas las saltamos y corríamos para que el trineo pasara también, pero a veces este casi te tiraba dentro de la grieta, lo peor eran los filos donde el trineo siempre te quería matar. Así llego la tarde y en medio de dos grietas se armo el campamento 18.
Abandonar el barco.
Salimos del campamento dispuestos a llegar a tierra firme, aun con sol, retornamos a los odiados porteos, buscando las pasadas, peleando con las cuerdas, trineos. Así paso todo el día, de poquísimo avance, cada vez el Steffen se veía peor y aun faltaba mucho para salir, la comida no era un problema. No más de un kilómetro y medio se logro ese día, y para colmo entramos a un sector más roto, era como estar dentro de una caja de huevos, con sus ondulaciones interminables. Armamos el campamento 18 en medio de ese caos, al sur se veía algo como una isla de roca en medio del caos, seria para esa dirección o mejor salir hacia el cerro y seguir por el borde del glaciar?
Abandono.
Seguimos hacia el sur, solo con arrastrando el trineo por el caos. Luego no fue posible avanzar así que giramos hacia el Este, pero enormes filos y grandes grietas lo impedían, así que optamos por dejar los trineos y seguir solo con mochila, pero aun estábamos pesados, luego de un dialogo mas directo, insistiendo en lo peligroso de ir sobrecargados, optamos por dejar lo mas posible atrás, skis, cuerdas, cámaras fotográficas rotas y un sin numero de cosas fueron sacrificadas al señor de los hielos. Ya más livianos de peso, pero cargados de deudas por todo lo perdido, continuamos algo más seguros.
Como si nos estuvieran haciendo burla, el glaciar al poco rato, se puso algo más facil, y en algunas horas llegamos al borde donde se junta con el cerro, donde era más factible de caminar. Durante las últimas horas del día, fuimos bordeando, subiendo y bajando por grietas, hasta armar nuestro penúltimo campamento, el 19.
La salida.
Deseábamos salir por fin. No es que estuviéramos mal, agotados o aburridos pero como toda travesía, tenía que tener un fin y algo en uno siempre desea volver a tierra a condiciones mas gratas. Mientras otra parte aun desea permanecer más en el hielo, pues con el tiempo la estadía en el hielo patagónico solo dejaría los buenos recuerdos y lo intenso que es la vida en él.
Dejamos nuestro último campamento en el hielo y bajamos, cada vez más fácil hasta que caminamos por un plano de hielo desnudo y llegamos donde el hielo muere. Aquí los tres nos juntamos, dando terminaba la travesía del Hielo Norte. Unos buenos abrazos y nos sacamos los crampones y seguimos bajando, buscando el sendero, por una ruta sencilla entre matorrales, arroyuelos congelados y algo de nieve, pero con un sol agradable de media tarde. Mis dos jóvenes amigos solo querían bajar cuanto antes y llegar a los pobladores este mismo día, pero aun faltaban unos 8 Km., así que no era factible hoy al menos, además que llegar sin aviso, en estos lares, de noche a una casa de pobladores no era la mejor forma de llegar. No había apuro. Junto a un congelado lago dejamos las cosas y armamos la carpa. Fui a buscar agua y mientras comíamos un gran pedazo de salame cada uno, entretenidos con la conversación, el agua en las botellas y la olla se nos congelaba!.
Continuamos por un sendero precioso, alcanzando la casa de los pobladores, una pareja que nos recibió con la amabilidad de la zona y acordamos salir junto a otro poblador el día siguiente hacia Tortel.
Primero bajamos hasta el rió Huemules, que cruzamos en bote, debiendo romper el hielo de las orillas, pues de otra forma no se podía pasar, hasta llegar a la desembocadura de este mismo rió, donde tomamos junto a la familia del poblador, una niña, y dos hermanos mas la señora, un botecito a remo, que cargado al tope nos llevo por el rió hasta el mar, donde había otro bote, algo mas grande, pero solo un poco mas, que estaba mas empotrado en el hielo para variar. Tras varias horas de trabajo el bote quedo liberado del hielo y partimos, debiendo primero cruzar el fiordo a buscar bencina y finalmente, tras 3 largas horas, ya de noche, arribamos a Tortel, en un viaje náutico no del todo seguro. Lo pobladores viajaban de regreso a Tortel solo a dejar a los niños al colegio pues sus vacaciones de invierno habían terminado, al igual que las nuestras.
Al otro día nos pasaron a buscar en una camioneta para regresar al punto de partida, Coyhaique y de ahí a Santiago.
No Limits
Cada vez que recorro algún nuevo rincón de nuestra Patagonia, mas me admiro de lo mucho que hay por hacer y lo poco que se sabe. Tal vez la falta de información o de accesos sea la limitante. Pero creo es la tendencia a hacer lo tradicional, la principal razón de que aun queden tantos puntos blancos en el mapa.
Esta tierra mágica para el alpinista, se entrega facil al que es persistente, de pocas exigencias y gran sentido de la aventura. Es terreno fértil para expediciones de bajo costo, bajo impacto y grandes retribuciones. Eso si hay que tener el tiempo y darse el tiempo en ella, no sirven los viajes rápidos, los programas acotados.
Al terminar este romance de 11 años con los Hielos Patagónicos, queda la alegría de lo hecho, la satisfacción de algunos pequeños logros, pero lo que mas me ha entregado, es el conocimiento de que no hay limites a la aventura si esta se prepara bien, se organiza bien, pero lo mas importante, se le coloca el corazón en ella. Solo bajo la marca del corazón se toma el camino correcto.

Pablo Besser J.